domingo, 9 de diciembre de 2012

Sus contradicciones favoritas

Respiró hondo mientras bajaba del coche. El aire helado de la noche de Diciembre entró en sus pulmones de golpe, mientras sentía cada milímetro de su árbol respiratorio temblar por culpa del frío. Fue pensar en el frío y en la noche, y comenzar a sucederse en su cabeza los recientes recuerdos del día que estaba tocando a su fin. Miró al cielo y vio las estrellas que no había podido ver un rato antes en la ciudad. El perfil de Orión se remarcaba encima de su casa, como cada año en esas fechas. Era una lástima que esa misma constelación desapareciese cada verano, cuando era en las noches estivales en las que pasaba más tiempo mirando al cielo nocturno. El hecho se le antojó contradictorio, y eso le gustó. Toda su vida había sentido una especial fascinación por lo contradictorio, por cómo una cosa podía ser dos opuestos en una sola esencia.

Empezó a pensar en sus contradicciones favoritas, y se dio cuenta que todas conducían a lo mismo; El calor que podían transmitir unas manos heladas. La risa que provocaba su cara más seria. Lo terriblemente malvada que le decía que era la Noche, por mucho bien que le estuviese haciendo sin saberlo. La buena suerte que le había hecho cruzarse con alguien también marcado por un día en teoría de mal fario. El poder sentirse despreocupado y alegre en una época de preocupación máxima. Lo oscuros que podían ser los días y lo luminosas que podían ser las noches si su estrella brillaba fuerte. La culpabilidad de saber que debería dejar marchar a su luz de luces, y el egoísmo de quedarse con ella aunque fuesen cinco minutos más. El tener que apartar la mirada de aquellos ojos oscuros cuando podría mirarlos horas y horas.  El deseo de que llegase una asignatura en la que se matriculó por descarte. El escribir para no bloquearse al hablar. Lo encantadores que resultaban ahora sus antes irritantes jardines de pensamiento. Lo cansado que podía sentirse tras dormir 10 horas y lo revitalizado que se sentía con apenas 5 de sueño. Los pasos atrás dados cuando lo único que deseaba era dar un paso al frente.

Se dio cuenta de que llevaba 13 contradicciones, y decidió parar. Seguramente, si pensaba un poco encontraría alguna más. Pero 13 era un número perfecto, y decidió que daba igual cuántas añadiese a la lista.

Aquellas eran sus 13 contradicciones favoritas.


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