lunes, 27 de febrero de 2012

Hambre

Aspiró hondo. El humo que escapaba de sus pulmones ascendía hacia el negro cielo nocturno, adoptando formas caprichosas mientras se alejaba de su boca. La luz de una farola teñía de naranja las calles grises, y su ropa negra le ayudaba a sentirse parte de ese mundo de tinieblas. Tenía hambre, pero no de la que se calma comiendo.

Tenía ese tipo de hambre que le despertaba por las noches, inquieto y angustiado. Una sensación de desasosiego por lo negro de las perspectivas, por el distorsionado blanco de un pasado que creía mejor y por el gris de la situación actual. Quería comer, pero no con la boca. Quería masticar las oportunidades, deglutir los éxitos y digerir los fracasos. Cualquier cosa sabría mejor que ver el plato de las perspectivas vacío.

Pero esa noche no ocurriría. Apuró el cigarrillo y continuó caminando. Porque, al fin y al cabo, ir hacia el frente era lo único que había sabido hacer desde siempre.


miércoles, 15 de febrero de 2012

Regalos

La vio alejarse, mientras el regalo escondido en el maletero parecía dar golpes por salir. Se quedó mirando al vacío durante quince minutos, sin saber muy bien qué hacer. Al final, se hizo uno con la noche y se marchó.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Momento de reflexión

Tomo una botella de vino
y voy a beberla entre los árboles.
Siempre somos tres, contando a mi sombra
y a mi amiga, la resplandeciente luna.

Por suerte, la Luna nada sabe de beber
y mi sombra nunca está sedienta.

Cuando canto, la Luna me escucha, en silencio.
Cuando bailo, mi sombra baila también.

Al fin de cada fiesta, los invitados deben despedirse.
Yo desconozco este pesar.
Cuando vuelvo a casa, la Luna vuelve conmigo,
y mi sombra
me sigue