lunes, 10 de febrero de 2014

Temporal

Como tantas veces antes, como tantas que vendrían después, su día comenzaba con los auriculares puestos y mirando por la ventana. Había perdido la cuenta de los días en los que el telediario o la prensa se veían copados por referencias al temporal que azotaba el país, especialmente en las zonas costeras. Personas fallecidas o desaparecidas, cuantiosos daños materiales, muchas veces irremediables. Entrevistas a gente destrozada, que ha visto cómo el azote de los elementos se había llevado por delante sus casas, sus posesiones, o mucho peor, a sus seres queridos. Lágrimas amargas que se camuflaban en las caras empapadas por la lluvia y los cabellos revueltos por el viento. Todo aquello contrastaba con la seguridad de la casa de su familia, donde salvo por el viento y la lluvia, no había que lamentar demasiado la furia meteorológica.

Como tantas veces antes, como tantas que vendrían después, todo lo que ocurría en el mundo se le antojaba un reflejo de lo que acontecía en su micromundo. Un temporal de malas noticias y tristeza que contrastaba con la relativa calma que le rodeaba en su soledad. Y sin embargo, no se sentía seguro. No quería estar en su casa mirando por la ventana, con los pies calientes cerca del radiador. El saber que la persona más importante para él estaba capeando el temporal en soledad, le hacía sentirse mierda por dentro. Pero no se puede luchar contra los elementos cuando los elementos no quieren verte. Así que se resignó y siguió escuchando música.

Como tantas veces antes, como tantas que vendrían después, una canción en concreto consiguió reflejar cómo se sentía y lo que quería transmitir, así que se puso manos a la obra para elaborar un pequeño mensaje que pudiese no consolar, sino dar un rayo de esperanza y cariño a alguien que estaba lejos, muy lejos en ese momento.


When there's nothing left, but tears and emptiness,
And the way you feel has never been so cold.
You will find a way to fight another day,
And though you know the weather will be fine.


















Como tantas veces antes, como tantas que vendrían después, sabía que no podía hacer nada. Y eso le mataba por dentro.