miércoles, 28 de septiembre de 2011

Muerte de un antihéroe

Todo el mundo sabe que los héroes de las historias de ficción mueren. Algunos mueren para siempre y su lugar es ocupado por un sustituto que despierta simpatía o antipatía según cada uno. Otros mueren para, tiempo después, cuando la humanidad más lo necesita, renacer en una versión mejorada de su antiguo ser. Otros parece que mueren pero en realidad no mueren, sino que han estado aletargados durante un tiempo "x" en un lugar "y", esperando a que alguien les aplicase el método "z" para despertarles. Pero los antihéroes no. Los antihéroes mueren y punto. Porque su existencia, al fin y al cabo, era anodina, o incluso perjudicial para el planeta. Salvo por una muy pequeña minoría que se encariña con ellos porque ven en su comportamiento defectos propios que acercan al personaje. Pero no nos engañemos. Todo el mundo lloró la muerte de Superman, pero nadie llorará cuando mi antihéroe favorito muera.

Y morirá dentro de poco. Porque su ciclo vital estaba condenado a terminar a los dos años de comenzar su andadura por estas tierras, y ha sido una andadura peculiar. Sería imposible resumir en un texto 730 días de aventuras, pero sí se puede resumir una cosa: la experiencia. En todos los sentidos de la palabra.

Experiencia porque por mucho que ese personaje medio atontado, algo lento y con ojeras perpetuas parezca torpe, antes de estos dos años lo era mucho mas. Experiencia porque lo que ha vivido ha sido positivo y negativo, pero le ha enriquecido muchísimo como persona. Experiencia porque en los dos años que ha estado frente al mundo, ha vivido cosas que jamás creería que viviría. Ha sido una buena experiencia. Por eso siempre lo tendrá muy presente, en esta vida nueva que empieza para él o no. Tal vez el día de mañana mire hacia atrás y vea que la gente que compartió sus historietas, sus noches de viernes en un Pub de mala muerte, sus caminatas en Zig Zag de vuelta a casa tras una noche de aventuras en la sierra, sus bolsas de pelotazos viendo videos de youtube en el coche a las 5 de la mañana, sus bailes descoyuntados, o los que pasaron noches de frío con él volviendo a casa una madrugada de carnaval tras un desayuno tempranero, han sido las personas que más han marcado el desarrollo de su historieta personal. O tal vez mire a sus lados y les vea aún ahí. Aunque sepa perfectamente que alguno de ellos no estará ahí jamás porque, al fin y al cabo, se marcharon por sus fallos de antihéroe. Es ley de vida. Y ley de muerte también.

En su epitafio, en resumen, pondrá algo así:

Aquí yace Bookman. Amigo de pocos, pero de los que merecen la pena. Gracias a todos por lo vivido.

Y sonará una canción de The Killers cuando se despida.

1 comentario:

  1. Este escrito me inquieta sobremanera... No sé si me gusta o todo lo contrario, me dejas algo triste :(

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