viernes, 9 de septiembre de 2011

Descenso

Tras un tiempo incalculable sumido en lo más profundo de sus pensamientos, un alma solitaria se reencontró con lo terrenal. Después de haber pasado semanas en un estado de imperturbable indiferencia, la gravedad de lo cotidiano traccionó su espíritu hacia la superficie. Había servido el recuerdo de una mirada para devolverle a la realidad. Una realidad en la que la felicidad seguiría siendo huidiza por culpa de sus acciones pasadas. Una realidad gris, con aroma y textura otoñales. La realidad de volver a verse en el espejo junto al equipaje de sus errores.



Sabía que era tarde, y sabía que nadie le diría lo contrario. Pero seguiría esperando a que alguien, en el fondo, creyese que todavía era posible.

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