Llevaba dos días sin ser él mismo. Las migrañas convertían el mundo que le rodeaba en un lugar difuso, sin bordes definidos y en el que había demasiado ruido, demasiada luz y demasiada gente. El estudio se convertía en una tarea casi titánica, y más aún cuando debía mantener la vista en los papeles porque sabía que si la levantaba, empezarían a sonar canciones en su cabeza. "No estoy para estos trotes" pensó en voz baja. Sin previo aviso, su jersey amagó con caerse y tuvo que levantar la mirada del papel. Automáticamente comenzó a escuchar canciones.
El dolor se hizo punzante. Todo se volvió borroso y volvió a mirar a la mesa.
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