Ese último verso resonaba en su cabeza una y otra vez, como un presagio de lo que iba a ser su noche. Esa canción le provocaba un rítmico meneo de los hombros, con el "chac, chac, chac" de la caja de ritmos ligado a su pie izquierdo. Se miró al espejo y, para variar, no le gustó lo que veía. Esos ojos castaños, corrientes. Las arrugas que se le formaban en toda la cara si expresaba cualquier emoción, fuese alegría o tristeza. Pero le daba igual. Sabía que siempre iba a estar descontento consigo mismo, así que lo mejor era resignarse. Aderezarse en la medida de lo posible y sonreír.
Hacía ya tiempo que había mandado todo al garete. Lo que la gente pensara, dijera o se callara sobre él. Lo que las personas que una vez fueron importantes recordaran o dejasen de recordar. Lo que los ojos ven no es lo único que hay, así que agarró su mejor camisa, sus pantalones recién planchados y los zapatos limpios. Corbata con el nudo a media altura para un toque diferente. Arreglado pero no demasiado. Música de Elefant Records para calentar el cuerpo y la cabeza y repasar mentalmente el plan para la noche. Copas, conversación y baile. Pasear en soledad de camino a casa y dormir. Mecánico, como una ciencia exacta. Y si en algún momento la noche empieza a pintar no ya castaño oscuro, sino ligeramente marronácea, bomba de humo y desaparecer. Música alegre para camuflar cualquier estado de ánimo mientras se dirigía al metro y la mente en blanco.
Llegó al bar y saludó a sus conocidos y amigos. Sonrisa de lado a lado de la cara y primera copa. Todo según lo planeado. "¿El curro? bien, cansado pero me permite tomar un par de copas con vosotros, jajajaja. Ya queda poco para que me asciendan y podré permitirme algún lujo extra. Lo cierto es que mis jefes me tienen algo cansado pero..."
La frase se quedó a medias, en el aire. Interrumpida en el momento que desvió sus ojos del lado de una cara conocida para posarse en unos ojos anónimos que le observaban desde una esquina del garito. Los dioses de la ironía habían jugado su baza colocando en su línea de visión algo capaz de mandar al traste todo lo planeado anteriormente. "¿Me disculpas? tengo que ir al baño. El alcohol, ya sabes... jejeje."
Repaso rápido en el espejo, agua fría para lavar la cara y aclarar las ideas. No lo hagas. No hables con ella. Mañana tienes cosas que hacer mejores que preocuparte por otro fiasco nocturno. Así que sigue con lo tuyo y en un par de horas, a casa.
Pero nada más cruzar la puerta del baño, aquellos extraños ojos le miraban desde un palmo de distancia. Habló, y su voz fue extraña, como un chorro helado que, no obstante, tenía el calor suficiente para derretir un par de las capas de hielo con las que iba forrado. Mientras ella le daba conversación en la barra del bar, él recordaba partes de la canción que le llevaba rondando la cabeza todo el día.
Dime por qué
las cosas son distintas desde ayer
es el final o
empieza lo mejor
Dime, tal vez,
si hago mal negándome a crecer
si se acabo ya la diversión
si debo imaginarme lo peor
Pero el tiempo pasaba y la canción avanzaba. Al final, todo lo planeado se difuminó en el olvido y una vez más, se abandonó a la conversación pensando que, por qué no, esa noche sería distinta. Y cuando dos horas después, debajo de una farola medio estropeada, sus labios se rozaron con timidez, la canción llegaba a su final.
Ya sé por qué
las cosas son distintas desde ayer
no es el final
todo esto va a cambiar
Quizá, no sé,
me dirija al fracaso por última vez
pero es que eso ahora me da igual
porque esta noche no pararé de girar
"Lo que los ojos ven no es lo único que hay" totalmente de acuerdo, Bookman
ResponderEliminarPor cierto, es usted todo un conquistador ;)