jueves, 31 de mayo de 2012

Olvido

  Dicen que el tiempo y el olvido son como hermanos gemelos, que vas echando de más lo que un día echaste de menos.

 Los gritos de los niños en la calle le apremiaban a cerrar la ventana. El calor le suplicaba que la dejase abierta. La música cobraba vida y perfilaba colores mientras comenzaba a sonar en los auriculares. Cerró los ojos y dejó volar su memoria. Se intentó visualizar a la misma altura de años anteriores, y descubrió con cierta extrañeza que el recuerdo de aquellas épocas ya no le causaba aquella melancolía urente. Por primera vez en mucho tiempo, el futuro parecía algo más que un ideal intangible. Pero no podría dar el siguiente paso mientras siguiese atado por la misma cuerda.

Recordó que hacía mucho tiempo que no intentaba tirar de aquella cuerda. Sintiéndose extraño, siguió el imaginario recorrido de aquella invisible atadura, y pudo comprobar que en el lugar en el que antes había algo haciendo fuerza, ahora no había nada salvo el cabo de una soga que no existía. Y lo que le sorprendió fue el ser consciente de que no sentía nada al respecto. Así que cerró la puerta, abrió la ventana de par en par, y dejó entrar la cálida bofetada del verano.

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