Y simplemente, sucedió. Comenzó a escuchar por los auriculares una de esas canciones que el modo aleatorio sincronizaba a veces con su estado de ánimo.
Un rincón en el que realidad y ficción se mezclan sin dejar claro donde termina o empieza cada una.
sábado, 19 de mayo de 2012
Amnesia
La cabeza le daba vueltas. No sabía muy bien por qué. Tal vez el exceso de cafeína, o tal vez los nervios. Tal vez la nicotina, o el calor asfixiante. Las letras y los esquemas bailaban mientras un número desconocido llamaba una y otra vez. Se sintió como Daniel, el protagonista de Amnesia: confuso, desorientado. Había pasado demasiado tiempo lejos de una fuente de luz y su cordura estaba al mínimo. No le quedaba aceite en el farol y el láudano se terminó hace tiempo. Y aún quedaba lo peor. En ese edificio pequeño y lleno de esquinas, mirar a uno de los seres acabaría con la poca cordura que le quedaba.
Y simplemente, sucedió. Comenzó a escuchar por los auriculares una de esas canciones que el modo aleatorio sincronizaba a veces con su estado de ánimo.
Y simplemente, sucedió. Comenzó a escuchar por los auriculares una de esas canciones que el modo aleatorio sincronizaba a veces con su estado de ánimo.
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